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Destinaban su uva para la venta a otras bodegas hasta que, en 1999, decidieron elaborar un vino y dárselo a probar a familia y amigos. Tuvo tanto éxito que los hermanos Sofía y Pedro se lanzaron a la aventura comercial; se instalaron en una nave que la familia utilizaba como almacén de productos agrícolas y comenzaron a trabajar duro.
Más de dos décadas después, con unas instalaciones más amplias y modernas y con una ya larga experiencia y trayectoria, Pedro Javier Martín nos cuenta algunos de los secretos de sus vinos, entre los cuales se encuentra Converso, el vino de Castilla Termal.
Contáis con instalaciones vanguardistas, con las más altas tecnologías y con muchos más viñedos que al principio. Pero mantenéis la esencia del vino artesanal. ¿Cómo se consigue eso?
La regla principal es la atención y el cuidado minucioso del enólogo y bodeguero. Es muy importante el vínculo con el terreno, toda la uva procede de nuestros propios viñedos.
Los vinos artesanales nunca se elaboran en grandes cantidades, las producciones son bastantes limitadas.
Catando, nuestros sentidos se estimulan y aprecian aromas y sabores muy notables en vinos artesanos.
La orientación de vuestras parcelas y los terrenos calizos son garantía de la calidad de vuestro producto. Pero la uva no es todo, ¿cómo hay que trabajarlo después?
El trabajo en bodega es muy importante, hay que llevar a cabo cada proceso correctamente y a su debido momento; hacer los remontados en fermentación alcohólica en el momento preciso, descubar en el momento adecuado y, una vez elaborado, hacer catas y analíticas de forma continuada para ver la evolución de los vinos.
¿Por qué se caracteriza un vino de calidad?
Cuando nos referimos a calidad en un vino nos estamos refiriendo a calidad sensorial:
Una de vuestras creaciones estrella es el vino Montse Sola Vendimia Seleccionada, en homenaje a vuestra madre. ¿Qué caracteriza a este caldo?
Es un vino tratado con cariño y mucho respeto. Se respeta mucho su estructura, sabor y aromas, con color rojo púrpura, aromas a fruto negro, que vienen de una viña antigua que le gustaba mucho a nuestra madre.
Y también elaboráis el Vino Converso para Castilla Termal, que ha sido reconocido con el Bacchus de Oro en el XVIII Certamen Internacional de Vinos Bacchus y con el Zarcillo de Plata en la XVII Edición de los Premios Zarcillo. También cuenta con el Bacys de Plata del XIX Concurso Internacional de vinos Bacchus 2021 y con la Gran Medalla de Oro en el Concours Mondial Bruxelles. Casi nada…
Es un vino elaborado con la uva procedente de la viña que está alrededor de Castilla Termal Monasterio de Valbuena. Se trata de un vino de alta calidad, un vino único elaborado con estrictos controles tanto en el campo como en bodega, y en el que influyen también los años que tiene la viña y su ubicación. Ha recibido varios premios por trasladar buenas y grandes sensaciones a los jueces que lo han catado.
Como empresa, mantenéis un fuerte compromiso con el entorno donde estáis establecidos, con San Bernardo. Cuéntanos un poco.
San Bernardo es un pueblo de colonización, fue construido hace relativamente poco tiempo (66 años). Mis padres vivían en el pueblo de al lado, Valbuena de Duero, y se establecieron en San Bernardo años antes de nacer nosotros. Eran agricultores y posteriormente viticultores y nos trasmitieron su pasión por el campo y el viñedo, nosotros seguimos con esa pasión y eso hace que nos comprometamos en todo lo posible con el entorno.
¿Cómo veis el futuro del sector vitivinícola? ¿Se puede caminar hacia una producción más sostenible y ecológica sin perder la calidad ni la esencia?
El camino a una producción más sostenible ha comenzado ya hace varios años: hemos ido reduciéndola en cada una de nuestras parcelas. Esto quiere decir que se dejan menos kilos de uva de los que se podrían vendimiar e incluso todos los trabajos que se realizan en el campo acompañan a una producción sostenible; menos cantidad para mayor calidad, sin perder la esencia de unos vinos de origen familiar.